Toda la sabiduría del mundo (2)
Érase una vez,
en un país muy, muy
lejano, un rey y una reina tan amables y generosos que todo su pueblo,
sin excepción, los amaba y
admiraba.
El rey era
apuesto, valiente y honrado, y la reina era el ser más bueno y
bello que se hubiera visto nunca en aquel palacio. Tenían ya dos
hijos varones, que eran su mayor alegría y con los
que se aseguraban la descendencia real, pero en el corazón de los reyes
existía una pequeña
sombra: ambos anhelaban tener una hijita que fuera tan buena y bella como
su madre y tan honrada y valiente como su padre. Tras muchos meses de espera,
la reina anunció que estaba
embarazada e instintivamente supo que era una niña. Efectivamente, tras nueve
largos meses nació una preciosa
niñita, a la que llamaron Sofía. La princesa era tan perfecta que parecía irreal ; tenía los rizos
morenos de su madre, así como sus ojos
verdes, y ya desde su nacimiento dio muestras
de poseer un carácter tan
excepcional como el de su padre. Los reyes y los príncipes estaban locos de
contentos con el bebé y le dedicaban
todas las atenciones del mundo.
Sin
embargo, la tristeza pronto se cernió sobre el
palacio. La reina cayó enferma,
sufriendo una misteriosa enfermedad para la que ningún médico encontró cura.
Presintiendo que le quedaba poco tiempo, la reina decidió preparar algo
para que cada uno de sus hijos le recordara. A su hijo mayor le dejó parte de su
ajuar, para que cuando tomara como esposa a la que sería la futura
reina tuviera algo de su madre que añadir a los bienes del los que esta
dispusiera; a su hijo mediano, viendo que tenía gran
disposición para los
libros y los estudios, le regaló la gran
biblioteca que había heredado
ella de su padre; finalmente, a Sofía, su bebé recién nacido, le regaló un brazalete
en el que incluyó tres pequeños
colgantes: un secreter en forma de nuez que al abrirlo contenía un moreno
rizo suyo y un pequeño rizo del bebé entrelazado a él, un anillo
que había heredado de
su abuela cuando era niña y un pequeño búho de plata
que simbolizaba la antigua sabiduría del reino.
Antes de
morir, la reina reunió a su marido y
a sus dos hijos mayores, a los que les dio sus regalos, y le pidió a los tres que
cuidaran de la pequeña. Al rey, además, le pidió que cuando Sofía
tuviera uso de razón, le
entregara la pulsera con los tres colgantes que había preparado
para ella. Su última
disposición fue que su
hijo mayor se casara con una mujer que igualara en belleza a su hermana
pequeña, que su hijo mediano se convirtiera en el más sabio y
estudioso del reino, y que Sofía fuera educada de tal forma que su bondad y su
valentía fueran
reflejadas en todas sus acciones, no dejando que su gran belleza le convirtiera
en un ser vanidoso y vacío.
Tras la muerte
de la reina, todos en el palacio estaban desolados. El rey y
los dos príncipes, con el
corazón destrozado,
volcaron todas sus atenciones en la pequeña Sofía, esforzándose en
educarla de tal manera que desarrollara sus maravillosas cualidades de bondad y
valentía. Sofía, además de ser una
niña bellísima, se
convirtió en un ser
amable y tierno, que mostraba gran compasión y humanidad
ante todos los seres vivos que le rodeaban. El hermano mediano se dedicó a sus libros,
logrando así ser el mayor
sabio y estudioso de todo el reino. El hermano mayor, por su parte, se dedicó a buscar una
esposa que igualara en belleza a su hermana pequeña.Todos los
emisarios del reino estaban involucrados en esta tarea, recorriendo todas las
tierras del rey y luego las tierras de otros reyes, hasta llegar a los rincones
más remotos.
Tardaron mucho tiempo, pero por fin encontraron a una muchacha que no pertenecía a la corte,
pero cuya belleza era comparable a la de la princesa. Jubilosos por haber
encontrado a la mujer que asegurara la descendencia real, la llevaron a palacio
para que se casara con el príncipe mayor.
Este se enamoró perdidamente y
la desposó en una gran
ceremonia en la que participó todo el
pueblo, encantados de que el próximo rey se
hubiera casado con una muchacha tan hermosa. También participaron
en ella el rey y sus otros dos hijos, contentos al ver que el príncipe por fin
tendría una mujer
como la que su madre deseaba que tuviera.
Pasaron los
meses y la futura reina empezó a mostrar algo
que nadie había previsto:
mientras que su belleza era equiparable a la de la princesa Sofía, su bondad no
tenía ni punto de
comparación. Es más, poseía un carácter envidioso
y malvado que le hacía envidiar a
la princesa por su procedencia real y por ser tan bella como ella. Así, en cuanto
tuvo oportunidad, le dijo al príncipe que
cuando ellos fueran reyes, a la muerte del actual rey, tendría que obligar
a su hermana a abandonar el palacio y su reino.El príncipe pensó que era una
enajenación
pasajera y aceptó las
condiciones para contentar a su nueva esposa y a su fuerte carácter, seguro
de que para el momento en el que su padre muriera, se le habría olvidado.
Pasaron los
años y el rey fue envejeciendo hasta que llegó el momento de
su partida. Tras los funerales, en los que los tres hijos se mostraron
desolados, se produjo la coronación de los
nuevos reyes. Esa misma noche, a la hora de dormir, la nueva reina instó al nuevo rey a obligar a su hermana a abandonar el palacio y a buscarse una nueva vida.
Si no, le dijo, ella conseguiría librarse de Sofía
a su manera, pues no podía vivir cerca
de nadie que le hiciera sombra de la forma en la que se la hacía la princesa,
a la que todo el mundo amaba y respetaba.
El rey,
consternado, fue a hablar con Sofía y le explicó la situación, aconsejándole que
abandonara el palacio pues temía
verdaderamente por su vida tras las amenazas de su mujer de eliminarla a su
manera. La princesa, muerta de miedo, aceptó irse, no sin
antes pedirle al rey que convenciera a su mujer para que le diera de plazo para
prepararse hasta que la luna, que en ese momento estaba en la fase en la que es
casi invisible, volviera a mostrarse en todo su esplendor. La reina,
molesta pero complacida de que su rey le hiciera tanto caso, aceptó el trato.
Durante ese
tiempo, la princesa Sofía se confió a su hermano
mediano, que ya vivía fuera de
palacio dedicado de lleno a sus libros y su ansia incansable de saber más y más. Este,
sabiendo que su hermana no tendría más remedio que
abandonar el reino, le prometió idear algo
para que siempre que se encontrara en apuros pudiera encontrar una solución. Así, el día en el que la
luna debía mostrarse
totalmente llena, el príncipe mediano
le dio a su hermana una capa que había realizado
con trozos de tela cosidos. En estas telas se encontraban escritos con pintura
imborrable los consejos y mensajes de todos los sabios de todos los reinos, a
los que la princesa podría acudir
siempre que se encontrara algún problema.
Así, con su capa hecha de toda la sabiduría del mundo,
con la pulsera que le había regalado su
madre antes de morir y con el corazón en pedazos,
Sofía abandonó el palacio.
Como era de
suponer, se perdió en el bosque
la tercera noche del tercer día, pues no tenía costumbre de
caminar fuera de palacio sin compañía. Pero como poseía el carácter valiente
de su padre y la capa de toda la sabiduría de su
hermano, la princesa intentó tranquilizarse.
Consultó su capa, y
encontró un trozo de
tela que recomendaba que al perderse en un bosque, era mejor encontrar un lugar
seguro donde pasar la noche a refugio de los animales y esperar allí a la llegada
del día. Se escondió en una pequeña
cueva, se tapó con la capa de
su hermano y se quedó profundamente
dormida.
Al día siguiente,
Sofía se despertó al oír voces en la
cueva. Estas voces pertenecían a Tobías,
príncipe de un
reino cercano, y a su séquito, que
habían salido en busca de hierbas curativas y por eso se habían metido en
la cueva. Cuando el príncipe le preguntó sobre su
identidad, la princesa, temerosa de que la llevaran de vuelta al palacio donde
tendría que
enfrentarse con la ira de la reina, le mintió diciéndole que era
una muchacha que se había quedado huérfana y que
había salido a
buscar fortuna. El príncipe Tobías,
que no podía vislumbrar
la gran belleza de la princesa debido a la suciedad y el polvo del viaje que
cubrían su cara,
decidió, movido por
su gran corazón, llevar a la
muchacha a su palacio para que ayudara en las caballerizas.
Así, la princesa Sofía
pasó de vivir en un
palacio a trabajar en las caballerizas de otro, donde se encargaba de limpiar y
alimentar a los caballos del príncipe Tobías. Al
principio le costó mucho
acostumbrarse a esta tarea, puesto que era la primera vez que lo hacía. Sin
embargo, su gran bondad hacia todos los seres vivos hizo que pronto dominara la
labor de cuidar los caballos del príncipe. Este tenía uno
favorito, un caballo grande y negro con una mancha blanca como un lucero en la
frente.
Sofía,
con miedo de que cualquiera descubriera su identidad al ver su cara limpia,
siempre se mantenía sucia del
polvo de los caballos y de los establos; cuando Tobías acudía a ellos, el
polvo le impedía ver la
belleza de su cara lavada. Este siempre se sorprendía de lo sucia
que iba, pero le admiraba cómo cuidaba a
todos los caballos, que desde la llegada de la muchacha estaban mucho más limpios,
mejor alimentados y parecían mucho más felices. Además, cada vez
que la veía, se fijaba
en su hermosa melena de rizos negros, que era idéntica a la de
su madre.
Día a día, la
princesa cuidaba a todos los caballos con gran cariño, pero al favorito del príncipe lo
cuidaba con más esmero si
cabe, ya que, sin quererlo, se había enamorado de él desde el día en que lo
conoció en la cueva
del bosque.
Una tarde,
Tobías pidió que le
ensillaran a su caballo favorito. Sofía, encargada de poner las monturas a los
caballos, decidió consultar la
capa para ver cómo podría hacerse
notar de cara al príncipe. En
ella, encontró un pequeño
consejo en el que se decía que, para
que una persona reparara en otra, bastaba con hacerle llegar de forma anónima
tres objetos muy queridos. A la llegada del tercer objeto, el receptor sería capaz de
vislumbrar por fin a la persona que se los estuviera enviando.
Sofía sabía que esto no
le garantizaría el amor de
Tobías, ya que no hay forma alguna de conseguir el amor mediante ningún hechizo,
pero pensaba que si el príncipe por fin
reparaba en ella, a través de su
suciedad podría ver a la
persona que se escondía debajo y
quizás,
corresponder sus sentimientos.
Cuando Tobías montó su caballo
favorito, encontró el búho de la
sabiduría enganchado a
su montura. Lo guardó sorprendido e
intrigado de cómo podría haber
llegado un objeto tan valioso a su caballo, ya que la única persona
encargada de él era la pobre
muchacha de las caballerizas.
La siguiente
vez que Tobías montó su caballo, se
encontró un precioso
anillo antiguo. Lo guardó junto al búho, cada vez más intrigado
sobre la procedencia de los objetos.
La tercera vez
que montó a su caballo
favorito, encontró el secreter
con el mechón de pelo de
la reina fallecida y el de la princesa bebé.En ese mismo
momento, un pequeño búho plateado, muy similar al que había encontrado enganchado
a su montura, levantó el vuelo hacia las caballerizas. Tobías lo siguió, y vio
que se había posado justo al lado del lugar en el que Sofía estaba realizando sus
tareas de espaldas a él. En ese momento, Tobías lo comprendió todo; mirando los mechones que aún llevaba en la mano reconoció
el pelo de la muchacha de las caballerizas y así entendió que era ella
quien le había estado
haciendo llegar los regalos. Justo en ese instante Sofia, que había aprovechado
para lavarse y asearse antes de tenerse que volverse a ensuciar para evitar ser
descubierta, se dio la vuelta, mostrando su bello rostro.
Cuando Tobías
la vio, supo que detrás de esa
belleza y de los objetos tan valiosos que había recibido se
hallaba algo más que una
pobre muchacha huérfana. Le preguntó a Sofía sobre
su verdadera identidad, y esta, por fin, decidió contarle la
verdad.
El
príncipe Tobías, que se había enamorado de Sofía por su belleza y por el amor con el que sabía que trataba
a todos los seres vivos, le dijo que aunque no hubiera sido una princesa, le
habría robado el
corazón de la misma
manera que lo acababa de hacer. Por fin juntos y felices, se casaron y
comieron perdices.
Análisis de la
adaptación
Para
que el cuento sea una adaptación y no sea una versión o una inspiración, he
mantenido los siguientes elementos de “Toda clase de pieles”:
- La protagonista nace en una familia y un
entorno feliz
- Alguien relacionado con la familia le
fuerza a salir del núcleo familiar.
- Ella pide un tiempo para retrasar la
marcha, pero se ve obligada a irse al final.
- Recibe un elemento que le ayuda en los
acontecimientos venideros.
- Se ve obligada a recurrir a este
elemento para sobrevivir
- Alguien la encuentra, le ayuda, y le
lleva a otro lugar donde se ve obligada a realizar una labor que nada tiene que
ver con su estatus social.
- Se enamora del príncipe y oculta su
personalidad por miedo a que le hagan retornar a su entorno.
- Usa los elementos de los que dispone
para enamorar al príncipe.
- Al final el príncipe descubre su
identidad y se enamora de ella
- Se casan y son felices
Los
elementos que he cambiado son los siguientes:
- La princesa no es hija única, es la
pequeña de sus hermanos, con lo cual el tema de la sucesión dinástica ya está
asegurado. El grueso de la trama se centra en lo que la reina dispone para
ellos y no para el rey.
- Es un elemento externo a la familia (la
mujer de su hermano), pero cercano a ella, quien hace que la princesa tenga que
abandonar su hogar. De esta manera se eliminan las connotaciones negativas
hacia el núcleo familiar directo, ya que el príncipe mayor al final convence a
la princesa para abandonar el reino por miedo a que le pueda pasar algo.
Esto queda reforzado además por el hecho de que el ayudante es su hermano
mediano.
- Se introduce el sentimiento de envidia.
- Se elimina el incesto de la historia, ya
que no me parece adecuado y comprensible para los alumnos de Primaria
- El elemento de ayuda no está hecho de
toda clase de pieles, está hecho de “toda la sabiduría del mundo”. Así, se
refleja el hecho de que no solo la belleza es lo que hace que la protagonista
consiga a su amado, sino también la sabiduría recogida en la capa fruto del
intenso estudio de su hermano.
- Se hace mucho hincapié en otras
cualidades de la princesa que no son solo la belleza (la bondad y la valentía)
- Los objetos que la princesa va dejando
en el caballo provienen de un brazalete y no tienen connotaciones religiosas ni
amorosas, sino familiares (el pelo y el anillo de la abuela) y de conocimiento
(el búho)
- El príncipe no busca esposa, se enamora
de la princesa sin quererlo y no es solo su belleza lo que hace que se fije en
ella, sino el amor con el que trata a sus caballos y la bondad que desprende
- Se eliminan las referencias a la caza y
las pieles de animales, haciendo referencia en cambio a lo bien que la
protagonista cuida a los animales y cuánto los ama.
- El príncipe se enamora de la
protagonista pero menciona que aunque ella no fuera una princesa también
se habría enamorado.
Creo
que esta adaptación es adecuada para niños de 6 a 8 años. Es en esta horquilla
de edad en la que los cuentos folclóricos y maravillosos y los cuentos
tradicionales forman parte de los temas favoritos de los niños. Tiene además un
argumento completo (presentación-nudo y desenlace). Además la fantasía se
presenta de una manera verosímil, ya que es más real una capa hecha con trocitos de tela con
sabiduría escrita que los elementos que aparecen en la versión original.
Si
nos fijamos en treinta y una funciones que propone Propp para los cuentos folclóricos,
el cuento sigue las siguientes:
- Alejamiento: mueren los reyes
- Prohibición: la princesa tiene prohibido permanecer en palacio tras la muerte de los reyes
- Fechoría: la princesa se ve obligada a partir por la envidia de su cuñada
- Momento de transición: se le hace partir
- Principio de la acción contraria: la princesa acepta su destino
- Recepción del objeto mágico
- Partida: la princesa parte
- Socorro: la princesa es ayudada en el bosque
- Desplazamiento: la princesa es llevada a otro palacio
- Tarea difícil: cuidar de las caballerizas
- Tarea cumplida: los caballos cada día están mejor gracias a la princesa
- Reconocimiento: el príncipe reconoce qué hay detrás de la suciedad y pobreza de la muchacha de las caballerizas
- Matrimonio: se casan y son felices
Bibliografía:
Pelegrín,
Ana. La aventura de oír
Cuadros
proporcionados en la asignatura
Cambios realizados:
Siguiendo las sugerencias de varios de los comentarios de la
primera entrada, he llamado a la princesa Sofía, que significa sabiduría. Al
príncipe le he llamado Tobías, que significa bondad, reflejando así esta
cualidad en el príncipe que recoge a la princesa del bosque.
Además, también siguiendo las sugerencias, he ampliado el
símbolo del búho a la clarividencia, que permite al príncipe con su
intervención darse cuenta de quién es realmente la princesa.
Para mi está perfecto. Has incluido los cambios que te ha indicado Irune. Buen trabajo ;-)
ResponderEliminarLo tuyo es vicio, Fran :D
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy bien Laura, has conseguido que tu adaptación esté perfecta al introducir los cambios que te pedía Irune en su primera corrección y ahora me estoy dando cuenta de que Fran opina lo mismo.
ResponderEliminarEnhorabuena
Fran es ya una "autoridad"... :D
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas tardes Laura.
ResponderEliminarMe parece estupenda la adaptación y los cambios que has realizado tras la primera entrada me parecen adecuados. Dan aun mayor sentido a tu cuento. me parecen fabulosos los nombres que has utilizado de Sofía y Tobías y como juegas con el simbolismo.
Lo único es que la adaptación la utilizaría con alumnado de 5º o 6º mejor, por el vocabulario utilizado, la extensión del relato y toda la simbología que aparece.
Un trabajo excelente, es un placer leer tu blog.
Muchas gracias.
Bueno... cuando lo cuente (porque estos cuentos son para contar y no para leer, ya adaptará la extensión a la atención de los niños :)
EliminarPerfecto, Laura. Como ya te dije, es precioso.
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